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Delegación de Santander

 La delegación de Fundación AFIM en Santander ha realizado una inquietante excursión por la provincia. El
pasado 20 de septiembre fueron hasta Villapresente, una localidad cántabra donde les esperaban 5 kilómetros
de pasillos estrechos flaqueados por cipreses de dos metros y medio de altura. Se trata del Laberinto de Villapre-
sente, inaugurado en abril de este año.
 El día comenzó con buen pie. El grupo de 21 personas se desplazó en autobús hacia el municipio de Reocín,
donde se encuentra localizado este laberinto. “Tuvimos mucha suerte porque nos hizo un buen día. Desde el au-
tobús ya pudimos observar cómo era de grande el laberinto y empezamos a tener dudas de si saldríamos o no”,
comenta Verónica Robledo, delegada de Fundación AFIM en Santander, quien prosigue con este relato elaborado
junto con los chicos y chicas que compartieron esta experiencia.
 “ Para entrar en el laberinto hicimos cinco grupos. Nada más entrar, lo primero que pudimos sentir fue que los
árboles eran muy altos, los caminos muy estrechos, como mucho se podía ir de dos en dos y, sobre todo, el ma-
ravilloso olor a pino. El suelo estaba húmedo ya que días atrás había llovido y nos manchamos un poco los pies
de barro.
 Tras andar un rato empezamos a sentir desorientación, nos daba la impresión de que andábamos siempre por
el mismo sitio y no avanzábamos, todos los compañeros nos escuchábamos, pero no nos veíamos, pues cada uno
estaba por un sitio diferente.
 Al final nos encontramos todos los grupos en el centro del laberinto, algunos necesitaron ayuda para llegar. Una
vez allí descansamos un poquito ya que había bancos, nos hicimos unas fotos y como no nos podíamos quedar
allí a vivir tuvimos que encontrar el camino de salida. Como estábamos un poco perdidos, “el hombre de la vara”
nos aconsejó que fuésemos todos juntos para que nadie se quedara solo. A partir de aquí comenzó el caos, andá-
bamos todos en fila india y cuando llegábamos a un camino sin salida teníamos que darnos la vuelta y entonces
los últimos eran los primeros.
 Como en el laberinto había más gente, en ocasiones nos daban pistas, ya que ellos volvían de un camino cerrado
y nos avisaban de que no había salida. Al final y con ayuda pudimos salir todos.
 Fue una experiencia muy bonita e inolvidable que muchos de nosotros volveríamos a repetir sin lugar a dudas.
 Después de la aventura nos fuimos a Suances a comer, pero antes dimos una vuelta por el Paseo Marítimo, donde
pudimos observar la Isla de los Conejos y la playa de La Concha donde algunas personas estaban tomando el sol.
Al final del paseo nos sentamos a comer, después tomamos el café y dimos otro pequeño paseo hasta el muelle
donde había una bolera y un merendero. Allí descansamos hasta las 16.30, que salimos de regreso a Santander”.
 EL MAYOR LABERINTO
 El laberinto de Villapresente es un entramado de cipreses leylandi de 5.625m² de superficie. El diseño está ins-
pirado en los laberintos ingleses de los siglos XVIII y XIX, construidos por las grandes fortunas del Reino Unido
para entretenerse en los días de verano. Muchas veces contenían en su interior estatuas que representaban fá-
bulas romanas o dioses de la mitología griega. En otras ocasiones albergaban torres, fuentes o invernaderos con
plantas exóticas. Las plantas utilizadas normalmente eran el tejo o, como en el caso de este laberinto, el ciprés.

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